Tan bien fue la primera edición, que nos apetecía repetir. Dog&Roll ha vuelto, y parece que para quedarse. A finales de 2018 celebramos nuestro primer concierto solidario para recaudar fondos y ayudar a los refugios, y hemos repetido la experiencia el pasado 16 de noviembre. Como en la anterior edición, los beneficios obtenidos serán la dotación económica del próximo Premio Voluntarios Itinerantes.
Al igual que en el anterior concierto, Deceleratrix se ocupó de embarcar a otros grupos en el proyecto. Esta vez, abrió fuego SoulRait, una potente banda que, con un estilo propio, insufló nueva vitalidad a los clásicos del soul y el funk en una actuación que hizo bailar a todo el personal y sorprendió a quienes aún no la conocían. Tras una pausa en la que Jordi Pastor y Annalisa Pellegrino explicaron a la concurrencia los objetivos de Voluntarios Itinerantes, llegó el turno a Deceleratrix, que administró la generosa dosis de rumba funky fiestera a que nos tiene acostumbrados. Motorzombis completaba el cartel y también asombró gratamente con su brillante estética de cómic terrorífico y un potente repertorio propio que mezcla punk, hard rock y rockabilly a partes iguales. A esas alturas de la noche, los más de 200 asistentes dieron por más que bien invertidos los 5 € que donaron a cambio de la entrada, sobre todo la ganadora de la tableta Samsung que se sorteó al final del concierto y que fue la generosa aportación de Royal Canin al evento.
Y mientras todo eso ocurría en el escenario, los voluntarios de la barra, comandados por Jaime Mateu, presidente de Voluntarios Itinerantes, se afanaban en servir cervezas y bocadillos (opción vegana incluida) a los hambrientos y sedientos; Elizabeth y Sara vendían tiques de consumiciones sin parar; Susana y Marta recogían donativos y explicaban qué era Voluntarios Itinerantes a quien aún no lo supiera; Ruth grababa el concierto y Daly lo fotografiaba; Anna y Susana recibían a los asistentes, y Sergi, Sliman y Hugo controlaban la entrada y se encargaban de que el trasiego de espectadores no molestara al vecindario. Como en el anterior concierto, el Espai Jove La Fontana, en pleno barrio de Gràcia, puso su auditorio a nuestra disposición, en el que ya empezamos a sentirnos como en casa.
Al final, logramos una asistencia de 250 personas, algo más que en la primera edición, y unos beneficios próximos a los 1600 €, con lo que el objetivo está claro: habrá un Dog & Roll III y esta vez queremos colgar el cartel de «No hay entradas».
Texto: Francesc Ribes
Fotos: Ruth Zapater y Daly Nuzzo