Y el año terminó con un concierto
Era un reto. En sus poco más de dos años de vida, Voluntarios Itinerantes ha hecho muchas cosas nuevas, pero nunca un concierto, hasta que surgió la oportunidad. Víctor Català, guitarra del grupo Deceleratrix y sobrino de Jordi Pastor, miembro de la junta directiva de la asociación, planteó la idea: un concierto solidario a favor de nuestra asociación e, indirectamente, de los refugios en los que colaboramos. Actuarían tres bandas, ellas ponían la música y nosotros la intendencia. El lugar sería el auditorio del Espai Jove La Fontana, y el día, el 29 de diciembre. La fecha no nos estusiasmaba: en plenas Navidades y con muchos voluntarios pasando estas fechas en sus localidades o países de origen –recordad que somos una asociación bastante cosmopolita–, pero la propuesta era demasiado generosa y tentadora. Así que aceptamos el reto y nos pusimos en marcha. Había que imprimir carteles, flyers y entradas, y de eso se ocupó Imprenta Granada, de Santa Coloma, que ya es nuestro proveedor oficial en todo lo que se refiere a material impreso. Además, había que comunicarlo, vender entradas y repartir invitaciones, en un mes en el que también toca vender calendarios, boletos para las cestas de Navidad, merchandising, etc. Jordi Pastor se multiplicó coordinando todo lo coordinable y convenciendo a todo aquel con quien se cruzaba de que había un concierto y no podía perdérselo. De calcular cuántos refrescos, cervezas y bocadillos se precisarían para nutrir al público se ocupó Jaime Mateu, el presidente, con sobrada experiencia en el sector hostelero. Will Rufas, miembro de Deceleratrix, se ocupó de organizar la parte musical.
Poco antes del concierto aún no sabíamos con certeza cuánto público asistiría ni si seríamos capaces de llenar una sala con un aforo de 400 personas. Y así llegó el gran día. Mientras los músicos realizaban las pruebas de sonido, una decena de voluntarios montaba el stand de Voluntarios Itinerantes, asaltaba el bar y empezaba a hacer bocadillos como si no hubiera un mañana. Minutos antes de que sonaran los primeros acordes de Xnight, el grupo de rock alternativo que abría el cartel, empezó a formarse una cola en la puerta y Anna y Susana vendían entradas sin parar. Mientras, en el bar, el grifo de cerveza solo se cerraba para cambiar los barriles; en la barra Eva, Annalisa, Nerea y Greta servían bocadillos a una velocidad de vértigo, y Marta Morera controlaba las recaudaciones. Después de Xnight, llegó el turno de Saturna, una banda de metal que desplegó toda la potencia de sus canciones. A estas alturas de la noche ya sabíamos que el primer concierto solidario de Voluntarios Itinerantes era un éxito: más de 300 personas abarrotaban la sala. Era hora de respirar con alivio y divertirse. Y para eso estaba Deceleratrix, que terminó de caldear el ambiente con sus ritmos funk rock salvajes, divertidos y contagiosos. La fiesta terminó a eso de las 2 de la mañana y, tras un último esfuerzo para dejar la sala como si por allí no hubiera pasado nadie, los voluntarios que participamos en la organización nos retiramos con una idea en mente: esto hay que repetirlo.