Desparasitar en un refugio
La desparasitación es algo necesario para cualquier perro o gato doméstico, pero resulta vital cuando se trata de decenas de animales que conviven en un refugio. El objetivo es evitar que los animales contraigan enfermedades transmitidas por garrapatas, mosquitos y pulgas que a la larga pueden acarrear graves complicaciones, y en un entorno donde conviven cerca de 200 animales toda prevención es poca. Como ya se explicó en anteriores artículos, las picaduras de los citados insectos pueden provocar múltiples enfermedades: leishmaniosis, ehrlichiosis, rickettsiosis, etc. Y todas se extienden fácilmente en una población numerosa de animales. Por ejemplo, cuando colaborábamos en el refugio de Òdena, ya cerrado, los análisis previos a la adopción demostraron que el 90% de los perros padecía ehrlichiosis, una enfermedad transmitida por las garrapatas que se cura fácilmente con antibióticos, pero que puede provocar graves daños si no se diagnostica a tiempo.
En colaboración con el personal de Animals Sense Sostre, este año planeamos la desparasitación en cuanto empezaron a subir las temperaturas y antes de ver las primeras garrapatas. Comenzamos el 29 de abril y administramos a todos los perros del refugio Simparica, un potente antiparasitario externo cuya acción se prolonga durante seis semanas y que, además de combatir las especies de pulgas y garrapatas más frecuentes en nuestro país, también es eficaz frente a los ácaros y la sarna. El coste de los medicamentos se sufragó mediante donaciones y gracias al dinero recaudado con la venta de rosas en la pasada festividad de Sant Jordi.
Tras la primera, planificamos las siguientes tomas, hasta cuatro: 10 de junio, 19 de julio y 2 de septiembre. Al final del primer ciclo no encontramos ni una sola garrapata en los 180 perros del refugio, y así ha seguido ocurriendo en los controles posteriores que hemos realizado. Quienes posean cierta experiencia colaborando en refugios y protectoras ya saben que tener una elevada población canina sin garrapatas en pleno verano es poco menos que una hazaña.
El sistema que seguimos para dispensar el antiparasitario es acompañarlo con alimento en lata. Lo fundamental en este caso es que los voluntarios que se ocupen de ello no se equivoquen ni con las dosis ni con los perros, lo cual es sencillo cuando los animales permanecen en jaulas individuales, pero no tanto en cheniles donde conviven varios animales.
Por otra parte, es sabido que los recursos de las protectoras son limitados (y a veces limitadísimos), lo que significa que hay que aprovecharlos al máximo. Para maximizar los medicamentos, ajustamos las dosis al peso de cada animal, dividiendo las pastillas si era necesario. Por ejemplo, un perro de 25 kg debería tomar una pastilla para animales de 20 a 40 kg. En este caso se le da media pastilla de 20 a 40 kg y media de 10 a 20 kg, con lo cual la dosis correspondería a un perro de 20 a 30 kg. Parece poca cosa, pero cuando se multiplica por unos 180 perros, el ahorro ronda el 35%.
El antiparasitario Simparica es efectivo contra pulgas, garrapatas y ácaros, pero faltaba combatir al terrible flebotomo, el mosquito transmisor de la leishmaniosis. Los collares antiparasitarios son la mejor opción para los perros domésticos, pero no para los que viven en un refugio, sobre todo si conviven varios en un chenil, ya que suelen arrancárselos cuando juegan. Lo que se ha hecho en este caso es administrar tres tandas de pipetas intercaladas entre las tomas de Simparica, es decir, a mediados de mayo, finales de junio y principios de agosto. Si persiste el calor, se volverán a administrar a mediados de septiembre.
En definitiva, ha sido una tarea ardua, pero el resultado hasta ahora lo compensa: cero pulgas, cero garrapatas. Si logramos mantener este resultado durante los próximos dos o tres años, las garrapatas no podrán seguir su ciclo vital y desaparecerán definitivamente del refugio.